Presupuesto municipal y debate político

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Que en los últimos años Berriozar va elaborando un modelo nuevo como ayuntamiento alternativo y de izquierda es una realidad. La participación de colectivos sociales de todo tipo, la disponibilidad de sus locales y recursos logísticos en favor de la actuación y el pensamiento alternativos, la rebeldía solidaria que manifiestan sus actividades, la participación del vecindario en sus propuestas, la resistencia al poder controlador del sistema… han ido creando una nueva forma de hacer política con consecuencias evidentes. Un modelo que no gusta a todo el mundo, especialmente a la derecha tradicional, que se enrabieta cada vez que una asociación, sindicato o plataforma social organiza una asamblea en el Kulturgune o en el auditorio, cada vez que el pueblo se moviliza con el ayuntamiento en defensa de sus derechos, cada vez que este pueblo hace frente a la imposición sea foral o estatal.

Este proyecto municipal, siempre repensado y en continua evolución, tiene que pelear a diario contra dificultades de todo tipo. El Gobierno de Navarra nos pone cortapisas allá donde puede –económicas, competenciales…- y cuando no es éste también tenemos a la delegación del gobierno central con sus amenazas, como en el caso de la “paga extra”.

Para poder sostener ese modelo político alternativo Berriozar necesitaba un presupuesto acorde con esta línea ideológica, un soporte económico que le garantizara la fortaleza y autonomía suficientes para seguir. Un presupuesto, en definitiva, que ponga por delante a los que más nos necesitan y que fuera lo suficiente imaginativo como para elaborar constantemente nuevas estrategias de resistencia y avance. Así era la propuesta que se presentó en diciembre a todos los grupos políticos por parte del gobierno municipal y que se ha negociado durante más de dos meses. Un presupuesto que nadie de la posición ha sabido criticar con argumentos más allá del interesado “que hay de lo mío” y que, a pesar de saber que en términos generales era bueno, se han negado a asumir de forma global.

La causa real de la negativa de los grupos de la oposición a apoyar los presupuestos de 2013 es que el proyecto político que los sostiene molesta. Molesta a los de siempre por las razones aducidas, pero también a algunos partidos que se dicen de izquierda pero que están bastante bien en este sistema –aunque continuamente denuncien lo contrario- y no comulgan para nada con la propuesta alternativa del gobierno municipal. Se trata de los anquilosados, de los que viven en el centralismo y en las estructuras viejas –algunos incluso sin ser muy conscientes de lo qué son o en lo que se han convertido-, aquéllos que anteponen su interés partidista porque no les gusta que Berriozar sea contestatario y alternativo sin ellos.

Es en estas razones donde se puede encontrar la única explicación comprensible a lo ocurrido en el debate presupuestario del 27 de febrero. Resulta triste que algunos que fuera de Berriozar reivindican constantemente la unidad de la izquierda, no duden aquí en votar con la derecha y colaborar con ellos en el boicot sistemático al gobierno municipal.

Pero, a pesar de esos obstáculos, los presupuestos se han aprobado. Ya tenemos el instrumento económico para trabajar y, mal que pese, es bueno. Ahora hay que consolidar la participación vecinal en las decisiones municipales, un reto en el que tiene sitio todo aquél o aquélla que quiera colaborar.